sábado, 12 de mayo de 2012

Una vida entera

Según la ciencia, el tiempo es un concepto inventado por el hombre por pura necesidad; un concepto totalmente arbitrario, puesto que cada cultura mide el paso del tiempo de forma distinta: nosotros estamos en 2012, pero en China, por ejemplo, en 4710 (con el calendario lunar). Además de las distintas formas de medir el tiempo, el paso del tiempo en sí es un valor subjetivo en la mente de cada persona. Subjetivo y, a veces, contradictorio. Y algo así es lo que reviví ayer.
Ayer, mi peque hizo 6 meses. Por un lado, veo las fotos de recién nacido y no puedo creerme que en tan poco tiempo mi bolita llorona y tragona se haya convertido en un ratón risueño e hiperactivo (además de seguir igual de tragón y algo llorón...).
Sin embargo, por otro lado, estos 6 meses han sido para mí como años,como una vida entera (la de mi hijo). Sé que es un tópico demasiado manido decir que los hijos te cambian la vida, pero no te das cuenta de hasta qué punto es cierto, hasta que llegas a tu casa del hospital, hecha un flan, con las hormonas más revueltas que un adolescente y dolores hasta en el carné de identidad, con una criatura que depende exclusivamente de ti y tu pareja.
Entonces empieza con el cólico del lactante. Y esto es cuestión de suerte. Si te toca, te ha tocado. Y aunque estés pensando que llevas toda la vida cuidando a hermanos, sobrinos, haciendo de canguro... Desengáñate: Poco o nada de lo que has aprendido te va a servir con tu hijo. En los momentos de crisis, la paciencia es lo único que puede ayudarte. He llegado a estar tres horas de reloj con mi retoño en brazos gritando como si lo torturaran. En esos momentos, pasas por distintas fases (el tiempo de cada una depende de la paciencia de cada cual):
Fase 1- Le cantas y hablas cariñosamente, acariciándolo y abrazándolo.
Fase 2- Lo paseas pasillo arriba pasillo abajo, meciéndolo, poniéndole música e incluso haciendo el caballito.
Fase 3- Tierra, trágame.
Fase 4- Lloras con él (no, con un bebé de un mes no funciona el chantaje emocional). Fase 5- Nene, cógeme al crío o me tiro por la ventana.
De repente, un día, el niño se toma su biberón de la noche y... tam ta ta chán: se duerme o se queda tranquilo y sonriente. Este día suele llegar cuando el crío tiene 3 meses aproximadamente -tiempo más que de sobra para que más de uno se haya hecho la vasectomía o haya jurado y perjurado no tener más hijos por nada del mundo-.
Cuando ya ha pasado lo peor, te queda terminar de adaptar tu día a día al nuevo miembro de la familia. Tus prioridades cambian, al igual que tus deseos: el mayor será poder dormir 6 horas seguidas -gracias a Dios, con mi hijo he podido y puedo dormir, pero tengo amigas cuyo hijo de dos años aún se despierta varias veces por la noche-. Si has pasado los tres primeros meses con éxito, puedes estar tranquilo; el resto será coser y cantar.
Te das cuenta de que ha pasado mucho tiempo en poco tiempo cuando tienes miedos que antes ni se te pasaban por la cabeza (si cojo una gripe fuerte, ¿quién cuida al crío?); cuando, cada día que pasa, descubres que hace algo nuevo que te enamora todavía más. Y, sobre todo, cuando miras atrás y ya no eres capaz de imaginarte la vida sin él.

No hay comentarios:

Publicar un comentario