miércoles, 23 de marzo de 2011

Iniciación

Sólo tendría 7 u 8 años. Hasta entonces, había devorado cualquier libro de cuentos o cómic que caía en sus manos. La colección de Astérix, antologías de cuentos de Perrault, Andersen, algún libro de El barco de vapor... Y entonces, como aquel libro de Gómez Cerdá que tanto le gustaba, apareció en su ventana (más que en su ventana, en una estantería de madera cargada de libros -pegada a su ventana-)
Nunca supo qué fue lo que le llamó la atención de aquel libro: era grande, de tapas verde oliva, viejo en apariencia, rodeado de muchos otros libros. Quizá fue su título, en enormes letras doradas: La historia interminable.
Estuvo mucho tiempo en el estante. Ella, siempre que se acostaba, pasaba minutos enteros mirándolo, con una mezcla de fascinación y miedo que en el futuro jamás sería capaz de comprender en su totalidad. No sabía por qué, pero ese libro le estaba llamando. De una forma irresistible. Y había algo prohibido en él. ¿Qué significará ese título?...Es de mayores; parece largo y difícil... Pero si es de mayores... ¿Por qué papá y mamá lo han puesto en la estantería de mi cuarto? Si es para mí, ¿por qué no me han dicho nada?, con lo que me gusta leer...
Una noche, cuando todos dormían, no lo pudo resistir. Saltó de la cama y se abalanzó sobre el libro prohibido, como un depredador sobre su presa. Temblando de emoción, se escondió bajo las sábanas y encendió el flexo, cuya altura bajó para que alumbrara aquel preciado tesoro. Lo acarició, lo examinó con la vista y el tacto detenidamente; hasta que, llena de curiosidad y ralentizando aquel momento mágico, lo abrió.

Y la magia sucedió. A partir de aquella noche, al igual que le ocurrió a Bastián, se sintió completamente hechizada por la Literatura.