lunes, 25 de noviembre de 2013

Premio Liebster Award

Como ya sabréis (y si no, yo os lo certifico), soy bastante inutilica para estos mundos virtuales que forman la blogosfera. Así que cuando recibí la nominación a los premios Liebster Award, por poco me caigo del susto.
Después de leer detenidamente la entrada de Jorge y hablar con él para solventar dudas, me quedaron claros el significado y el valor de este premio, así como lo que debía -o podía- hacer, una vez recibido el mismo.
En primer lugar, como es de bien nacidos el ser agradecidos, quiero agradecer a Jorge su nominación. Cuando empecé a escribir en el blog, ni se me pasaba por la cabeza que pudiera haber gente que me leería con asiduidad, a la que le gustaran las tonterías que escribo de vez en cuando. Y, por supuesto, aún menos podía imaginarme que recibiría ningún premio...
El Liebster Award no es un premio físico. El premio virtual que se recibe es una mayor difusión entre otros blogueros por medio de enlaces. Es un premio que pretende la divulgación de nuevos blogs, o blogs con menos de 200 seguidores, con el objeto de dar a conocer a nuevos escritores y animarlos a seguir con su labor.

Cuando te nominan a este premio, los pasos que puedes seguir (nadie te obliga; es tu bitácora y haces con ella lo que quieres) son los siguientes:
El primero, agradecer el premio a la persona que te nominó y seguir su blog. Me hice seguidora del blog de Jorge desde el principio y os puedo asegurar que, sin ser profesional, es un auténtico experto en márketing y sus entradas son de lo más interesantes. Si pincháis en el nombre de arriba, podréis acceder a su blog.
En segundo lugar, puedes nominar hasta un máximo de once bitácoras que reúnan las características que he mencionado. Y dos que las siguen y me encantan son las siguientes:

petalosepaloyespina.blogspot.com.es. A los que os guste leer, vais a disfrutar y aprender como yo con las magníficas reseñas y las entradas tan sugerentes de mi amiga Lucy Snowe.
dehormigasymalashierbas.blogspot.com.es. Un blog que conjuga como pocos arte y ciencia y que te hace reflexionar sobre cualquier cosa "desde las hormigas hasta las estrellas".

Por último, puedes contestar a once preguntas y dejar tú otras para tus nominados (para conocer mejor a la persona que hay detrás del blog).
Siguiendo la línea del bloguero que me nominó a mí, no voy a proponeros ninguna pregunta, Lucy y Santi, pues no quiero poneros en un aprieto... Tampoco es necesario que dediquéis una entrada a esto.Con mencionaros y haceros un huequito en mi blog, me doy por satisfecha ;)

Y en cuanto a mis preguntas, he pensado que os voy a dejar a todos vosotros, mis amigos, los que me seguís o leéis de vez en cuando, la opción de preguntarme lo que queráis. Prometo contestar.


     

martes, 19 de noviembre de 2013

Mucho más que profesores

S. era una chica tímida, de ésas cuya voz no conoces hasta bien entrado el curso. Era bastante guapa: morena, de pelo liso, alta, con esa voluptuosidad de formas tan desagradecida en la pubertad. Siempre se refugiaba en dos amigas, compañeras de clase, en aquella forma de vestir tan "heavy" y en capas de maquillaje gótico.
Su instituto fue el último que pisé aquel año, tras un curso de idas y venidas al que ya estoy más que acostumbrada. Llevaría menos de un mes con aquel tercero juguetón y algo provocador, cuando sonó el timbre y tres alumnas se quedaron en el aula, hablando entre susurros mientras recogía mis cosas.
- Venga, díselo... Se lo tienes que contar.
- Hoy no.
- ¡Que sí...! Que ella es joven y es nuestra tutora. Seguro que te ayuda.
S. se acercó a la mesa empujada literalmente por sus amigas.
- Mmm... Maestra... es que...
- Maestra, - interrumpió A.- no te lo quiere contar por si se lo dices a sus padres.
En este momento empecé a temblar por el huracán que se avecinaba. Con toda la mano izquierda que supe tener, aprovechando el recreo, logré que S. me contara su problema: llevaba un par de semanas vomitando. S. coqueteaba con la bulimia.
Gracias a sus dos buenas amigas, que la habían descubierto a tiempo, y después de varios recreos y horas con la orientadora, conseguimos que hablara con su hermana mayor y con sus padres. Entre todos hicimos lo que pudimos para que se viera como lo que era -y seguirá siendo-, una chica inteligente y sensible, además de muy bonita.

Y es que en el aula se viven a menudo situaciones complejas para las que es difícil estar preparados. Si tratar con un grupo heterogéneo de personas es complicado, aún lo es más cuando esas personas viven en ese universo propio, salvaje y confuso que es la adolescencia. Por eso me gusta tanto mi profesión; porque no se trata de una mera transmisión de conocimientos (hoy cualquier chaval tiene a mano la wikipedia).
Ser profesor es mucho más.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Original, por favor

Me cuesta mucho empezar esta entrada. Son demasiados meses sin escribir y la página en blanco me aterroriza. No tengo ninguna excusa convincente para mi larga ausencia. Diría que, desde que acabé en junio las clases, agotada física y mentalmente, he dedicado todo este tiempo a recuperarlo con mi hijo; pero no sería del todo cierto (los días son muy largos - y más en verano-). Diría que he dedicado las escasas treguas que me da el terremoto a leer y ver una "peli" de vez en cuando; lo que, lejos de exculparme, me tacharía aún más de remolona, de descuidada con el blog. Sólo diré en mi descargo que, en todo este tiempo, no he dejado de pensar en él... Y en mis abandonados lectores ;)
Y después de esta sentida declaración de amor al blog (y de disculpa a los que me leen de vez en cuando), bromas aparte, me gustaría dedicar mi entrada a algo que he aprendido recientemente: a disfrutar con las películas en versión original.
Vaya por delante que hasta hace muy poco era una completa negada en el tema. Veía incompatible el disfrute de una buena peli y leer los subtítulos a la vez. Así que en mi casa, con un casi bilingüe en inglés por obra y gracia del esfuerzo y de muchas horas invertidas en nativos y todo tipo de canales y medios de comunicación, era frecuente este diálogo:
- Cariño, ¿vemos una película?
- Ok, pero la veo si es en inglés. 
- Puuufff. ¿Otra vez?
Minutos más tarde: No veo los gestos de los actores... Me pierdo... Joder, dale para atrás. No me entero de nada. ¡Ponlo en español!
Hay una película que siempre ha hechizado a mi hijo, desde muy pequeño, y que siempre ha visto (gracias a su padre) en inglés: Midnight in Paris, de Woody Allen. Será por su música -amansa a las fieras- o por cualquier otra cosa que le llamara la atención, pero lo cierto es que tuvimos una temporada larga del París de Allen. Una vez, por probar, se me ocurrió ponerle la película doblada al español. Me quedé horrorizada. La escena de los Fitzgerald con el protagonista pasaba de ser un momento mágico, con una Alison Pill y un Tom Hiddleston espectaculares, a una copia mala en la que los secundarios perdían su carisma en unas voces disonantes y una traducción desleal.
En su recién estrenado blog, mi cuñado Jorge dedicaba una entrada a cómo aprender inglés por poco dinero (con esfuerzo; eso sí). Hablaba de la importancia de ver películas en versión original, subtituladas en inglés. Aunque no se me dan mal los idiomas, en mi particular relación de amor- odio con el inglés, estoy en un momento de hastío y he de reconocer que lo de los subtítulos en inglés es demasiado para mí... Pero en mi caso, ahora no me gusta ver las cintas originales subtituladas en español para aprender inglés (aunque algo me servirá; espero). Las veo porque disfruto oyendo las voces de los actores en armonía con sus gestos y movimientos. Porque siento más realidad, viendo y escuchando a los personajes originales, tal y como se grabó la cinta para ser visionada. Y porque tengo la sensación de que me llega mejor el mensaje, que toda obra de arte tiene, del director, con el intermediario inevitable de los subtítulos.
La entrada de Jorge también me sirvió para reflexionar sobre el aprendizaje de idiomas en nuestro país. Pensé que en el fondo no me había costado tanto acostumbrarme a los subtítulos, que era más bien una cuestión de prejuicios y de ejercitar la mente. Una vez vistas unas cuantas películas, ves los subtítulos como una parte más del film. Siendo así, ¿es normal que en nuestro país se doble todo? ¿Cómo se explica tanto énfasis en el bilingüismo por parte de los gobernantes cuando se rechaza la convivencia de dos lenguas diferentes -y no hablo sólo del inglés-? ¿Cuando hay cada vez menos salas de V.O.S.? ¿No parece un paternalismo ofensivo?