sábado, 3 de marzo de 2012

Profes de segunda

(Carta al director publicada en La Verdad)

Algunos, con notas excepcionales en la carrera; otros, en la oposición. Tuvimos un mal tema, un mal día o incluso un mal año. En muchos casos, un sistema totalmente injusto. Nos quedamos a las puertas de la ansiada plaza, o quizá simplemente en buena posición para trabajar. Y empezamos.
Puede que no seamos lo suficientemente buenos como para tener plaza, pero sí para lidiar con los grupos más conflictivos de cada centro, para adaptarnos a nuevos alumnos, compañeros, cursos, programaciones y distintas formas de enseñanza en tiempo récord. ¿Quién puede negar la experiencia y versatilidad de una persona que pasa por 5, 6, 7 centros en un curso? Camaleones de la enseñanza, aprendemos a defendernos en una selva bella y hostil. Incluso de algún "dinosaurio" que nos mira por encima del hombro.
Pero no nos terminamos de endurecer. Muchos todavía lloramos (a veces con los alumnos) cuando se acaba una sustitución. Si es duro encariñarte con alguien y marcharte, cómo será cuando tienes que pasarlo tantas veces en un corto periodo de tiempo.
Mantenemos la ilusión de conquistar a los alumnos de ese nuevo centro que nos espera. De mejorar en cada nuevo destino. Dedicamos horas a ese fin: hacer las clases más atractivas, adaptarnos al nuevo curso -que nunca hemos dado y nos toca ahora, de sopetón- del mejor modo posible; a veces, a costa de horas de estudio de oposición. Muchos anteponemos ser buenos profesores a conseguir la plaza.
Sin embargo, para el Gobierno Regional, no valemos lo mismo que el profesor con plaza. A partir de ahora, ningún interino cobrará el verano, por más que haya trabajado todo el curso. Mismo trabajo y menos derechos. Somos profes de segunda. Somos interinos.

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