jueves, 18 de octubre de 2012

Tampoco es pá tanto...

Leo en un periódico de la red que Wert nos pide a familias y docentes "mayor implicación" en la educación de los hijos. Me parece bien; toda implicación es poca para formar a nuestros descendientes. Está bien que los políticos nos pidan esfuerzos para solucionar las crisis de otros. Que, además, los soportemos con la boca cerrada como buenos ciudadanos. Incluso que nos "animen" a educar mejor.
Eso sí: también nosotros tendremos que pedir (no va a ser sólo dar y aguantar). Y qué menos que exigir como ministro de lo-que-sea a una persona preparada y con experiencia suficiente en el sector. Leo en la wikipedia que el citado señor ministro no ha ejercido en nada que se acerque lo más mínimo al mundo educativo. Aunque, claro, no hace falta ir a la wikipedia para saber que este señor no tiene ni puñetera idea de Educación. Con oir sus perlas día sí y día también tenemos más que de sobra.
Como humilde interina de enseñanza secundaria, puedo afirmar con rotundidad que todo aquel mayor de treinta años, sin hijos en un centro público, sin ninguna vinculación con la docencia, sabe de la situación actual en las aulas lo mismo que yo de chino. Cuando algún treintañero alega en defensa de los recortes que en su clase eran 40 y tampoco es pá tanto no sé si llorar o reírme en su cara.
En mi instituto, mi curso fue de las últimas promociones (si no la última) antes de la temida ESO. Éramos treinta y pico en clase, cada uno de nuestro padre y nuestra madre, sí. Había repetidores, compañeros que estaban allí obligados por sus padres, algún gamberro... Pero el grupo más variopinto que pueda imaginarse en aquel BUP no es comparable ni a lo lejos con un grupo de la ESO actual. En primer lugar, en nuestra época, no recuerdo que hubiera inmigrantes en las aulas (y los pocos que hubiera se quedaban en primaria, así como los alumnos que tuvieran una discapacidad). Todos hablábamos español -mejor o peor- y no necesitábamos ninguna adaptación significativa. En la mayoría de los casos, el profe llegaba con su clase preparada, la impartía ante un grupo bastante homogéneo, resolvía dudas y ciao.
Voy a poner un ejemplo de lo que sería una clase en un grupo cualquiera hoy en día. Un ejemplo real, de mi experiencia: Alrededor de 5 minutos para que todo el mundo esté sentado y con el material preparado (dependiendo del grupo, puede ser menos de un minuto o media hora); 10 o 15 minutos para atender al chico ciego que lleva su propio material y a los dos ACNEEs con nivel de 3º y 5º de primaria; otros 5-10 minutos para revisar y mandar trabajo de español básico a los dos marroquíes que no entienden casi nada en nuestro idioma; otros 5 minutos para amonestar al alumno que ha venido de casa con la mochila vacía y se dedica a insultar al compañero, diciendo que quiere que lo vuelvan a expulsar, que sus padres no están en casa. Lo que queda de clase intentas atender al resto de alumnos, tan de su padre y de su madre cada uno como lo éramos nosotros (incluso más).
Y no he puesto un ejemplo de grupo conflictivo -esto entraría en la media-. El día que os cuente una hora de Lengua con mi querido 2ºD, no volvéis a ver pelis de terror.
Yo animo a todo el que piensa que los recortes no son tan perjudiciales, que se pase un día por un instituto cualquiera. Para que vea si nos implicamos o no. Y si es lo mismo un grupo de 30 que de 35. Porque implicación nos pueden pedir, pero milagros, a la virgen de Lourdes.


2 comentarios:

  1. Sí, efectivamente, tal y como de manera oportuna señalas, las personas que hacen las leyes y gobiernan este país no tienen ni idea de las repercusiones e impacto de las mismas a pie de calle. Creen ser dioses inmortales construyendo un mundo, a su medida, para mortales, pero siempre por encima de ellos.

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    1. Construyen el mundo de los demás; que el suyo lo tienen ya bien montado. ¿Habrá algún responsable de Educación que lleve a sus hijos a la escuela pública?

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