miércoles, 22 de octubre de 2014

Tonto el último

Te llega el turno de elegir plaza. Estás de baja por maternidad y tienes otro niño. Ante la posibilidad de un año movidito, de pisar cinco o seis centros en un mismo curso -no sería la primera vez-, eliges una sustitución hasta junio, relativamente cercana, jornada parcial. Cobrarás menos, pero podrás estar más tiempo con tus hijos; piensas.
Vas al centro antes de la fecha de incorporación. Aún no te toca, estás de baja y ni siquiera ha empezado tu sustituto. Pero quieres empezar con buen pie. Presentarte, conocer el centro, a tus compañeros, saber cuáles son tus grupos, el horario. 
Te recibe en jefatura uno de los jefes de estudios. Su cara lo dice todo. Algo pasa; piensas. 
- Hemos hecho lo que hemos podido con tu horario... Es una reducción de jornada y, claro, la persona en cuestión se ha quitado las horas que le interesaban. Aun así, hemos intentado agrupártelas.
Miras tu horario. Dos días entras a las 8.15 y sales a las 14.25. Otros dos días entras a las 9.15 y sales a las 13.20 y las 14.25. El viernes trabajas las dos últimas. 
-¿De dónde eres? Igual estos dos días te trae cuenta dar la primera hora, irte a tu casa y volver a la última... El resto no puedes irte. Entre la primera y la última hora tienes varias complementarias.
La cabeza va a estallarte mientras sigues oyendo justificaciones de todo tipo. 
Bien. Estabas preparada para tener que ir todos los días siendo una parcial de 10 horas (en Lengua es una posibilidad razonable; ya te ha pasado otras veces). Pero para lo que no estabas preparada, ni se te podía pasar por la cabeza, es para tener que permanecer toda la santa mañana en el centro, todos los días de la semana, cobrando la mitad que tus compañeros.
Te informas en un sindicato: todos (funcionarios e interinos) tenemos derecho a una hora de conciliación. Tu hijo tendrá entonces cuatro meses... ¿Y si la pides? ¿Qué harán con tu horario? ¿Y si decides pedir, además, el permiso de lactancia de una hora diaria en vez del habitual? Si te "quitas" la última hora -algo que hacen muchas funcionarias; estás en tu derecho-, ¿qué pasará con el grupo que tiene contigo casi todos los días a esa hora? ¿Un curso entero de guardias? ¿No darán Lengua? ¿Alguien piensa en los alumnos cuando se hacen los horarios? ¿Alguien piensa en la persona de fuera a la que se le va a ir buena parte de sueldo en acudir al centro? ¿Alguien piensa que esa persona puede tener familia y tiene derecho a conciliar, como los demás? Yo sé la respuesta. Tonto el último.


3 comentarios:

  1. Lo que hablamos por teléfono. A mí, personalmente, la gente que trata con tal grado de desprecio a sus compañeros no sé si se merecen respeto alguno. El juego este de las jerarquías que la gente se ha creado y que creen, asimismo, que los asisten a la hora de contemplar a sus semejantes como peleles y fantoches no me gusta un pelo. Filosofías maquiavélicas.

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  2. Y si la gente, ésa que trama desde el desprecio ese tipo de horarios, te hubiesen conocido en una dimensión más intelectual y humana, como yo, se guardarían muy mucho de tratarte así y te verían como un rival de respeto y altura, como yo te veo.

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    1. Muchas gracias. Ojalá todos los compañeros que nos encontramos por estos mundos de interinidades fueran como tú. Un abrazo.

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